Todo comenzó con la conquista cristiana a finales del Siglo XIII, cuando Alfonso X El Sabio tuvo que realizar una reestructuración y distribución de los riegos y tierras que por aquel entonces estaban realizando los árabes.
En el Siglo XVIII toma su mayor esplendor la huerta murciana, que se había visto más deteriorada en los siglos anteriores. Esa etapa de esplendor produjo que se realizasen obras de desecación y saneamiento. Estos avances provocaron que se alcanzase el clímax del cultivo de la morera y el comercio de la seda. Llegándose a construir en esa etapa el Malecón del río y el canal del Reguerón.
Sin embargo, pronto vino una crisis provocada por la bajada de precios en el comercio de la seda, además, las plagas que afectaron al gusano y la morera. Afortunadamente, la huerta consiguió esquivar la crisis debido a la importancia que cobró el cultivo de agrios y el pimentón.
El Siglo XX vino marcado por las construcciones de seis embalses fundamentales para el crecimiento y desarrollo de la ciudad. Esto provoco que apareciesen nuevos sistemas de regadíos próximos a los tradicionales y se comenzase a explotar la producción de cítricos y frutales de hueso.